jueves, 17 de septiembre de 2015

Las 3 de la madrugada.

Mis ojeras están vacías
Un vacío compuesto por unas cuantas gotas de licor 
Mezcladas con dolor y sangre. 
Sangre que perdí 
Después de que me dispararás
Con las flechas de Cupido.
Me disparaste.
Me disparaste escondida en la noche; entre  la oscuridad. 
Esa oscuridad que me acompaña desde entonces. 
Te echo de menos. 
Echo de menos a la asesina que hizo de  mis días
Un infierno.
Ahora estoy sentado  frente al espejo;
Un espejo roto;
Tan roto como mi alma;
Tan roto como esos versos
Recitados en forma de besos 
A las 3 de la madrugada.