lunes, 2 de mayo de 2016

Polvo.

No sé si estoy cayendo o solo estoy flotando a la deriva de mi mente enloquecida.
ni la brisa marina,
ni la música,
ni la lluvia corriéndose en mi cara
son capaces de lograr que mi alma sonría.
La muerte baila alrededor de mi cabeza.
Mi corazón está manchando este cuaderno con gritos bañados en tinta.
Mis ojos, son carteles de neón fundidos, 
y mi cuerpo, un polvoriento local acompañado, únicamente, del olor a tabaco rancio y de la humedad de la soledad.

Gusanos.

Intento poner algo de color en mi vida con girasoles de plástico dentro de botellas que me guían hasta el más miserable de los fines.
No sé con exactitud dónde se quedaron mis ganas de vivir, quizás estén en tus tristes ojos o, tal vez, en alguna balada de esas que ya nadie recuerda.
Mírame, estoy más consumido que tus cigarros y más roto que todas tus patéticas promesas.
Ahora ando más perdido que nunca entre manecillas de relojes rotos. 
Yo no soy el que habla, es el pasado que ha invadido mi presente y me va dejar sin futuro esta misma noche.
Espero que alguno de los gusanos que van a devorar mi carne logre, al fin, que me olvide de ti para siempre.

Catástrofe.

Escribo a punta de pistola
Una pistola de besos
Emborrachados de tus labios
Agrietados y secos.
Hay tantos versos perdidos en mi cabeza y están tan desordenados que pueden crear desastres emocionales con la misma coherencia que tiene mi vida, o sea, ninguna.
El tabaco ya no puede ahogarme más así que se ahoga él en mis vasos sanguíneos llenos de whisky y penas.
El Sol hace que llueva y la lluvia me invita a un trago más brindando por la muerte.
Si mi vida no tiene sentido, ¿qué sentido buscáis a estos versos?